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Mostrando las entradas de noviembre, 2018

Leyes de la vida

  Nunca se sabe cuánto tiempo ha pasado hasta que se mira atrás y se comienza a echar de menos cierta inocencia; los tiempos de antaño terminan siendo mejores con los años. Uno logra olvidarse del mundo por un momento con el simple hecho de cerrar los ojos. Yo ya los he abierto y lo curioso es que sigo sin reconocer siquiera mi propia mente. Muy pronto cruzaré un umbral que me trasladará a un mundo del que no hay retorno. He visto tantos calendarios que los días ya perdieron su nombre y los años parecen banales; no me gustaría despertarme mañana y darme con la sorpresa de que ya pasaron doce meses, que otro calendario se unió a la lista. Pero es inevitable. Las leyes de la vida son las más difíciles de asimilar. Mañana volveré a nacer, y ni siquiera me he muerto por completo. Esperenme del otro lado de la orilla, caminemos juntos al vacio existencial que nos provocó esta vida. Ámenme pero sobre todo, no me olviden.

Evo

Llevo tiempo pensando en las circunstancias que me trajeron hasta este momento. Un momento flemático y cenizo, lleno de nostalgia y recuerdos que se encierran en un circulo vicioso del cual no se puede salir. Si, me equivoque, pero así como tome malas decisiones pude ver la luz en el sendero oscuro; aquel donde te encontré. Perdido, fingido, destrozado por un pasado infernal que llenó de cicatrices tu alma y tu cuerpo, dejando notar un vacío en tu mirar. Te saque de ahi y fue en ese instante en que el abismo nos trajo hasta aqui, hasta este dolor. Durante nuestro encuentro y recorrido intente soltarte pero me perdí entre la maravilla de lo absurdo, entre la tempestad que podría describir como retorno ficticio hacia un paraíso no existente. Tus palabras se tornaron glaciales, ambiguas, fútiles. Tus brazos perdieron total fuerza de voluntad ante un continuo viaje que no pudimos completar. Luche, créeme que luche. Te solté en aquel lapso breve de tiempo en el que descubrí que no eras a

Quizá no

  No logro borrar de mi mente ese cruel recuerdo en donde sus ojos habían perdido total brillo al mirarme. No logro conseguir arrancarme esa sensación; desprecio. Quizá no fue buena idea aferrarme día tras día, mañana tras mañana a la idea de que podía hacer algo para cambiar. Quizá no era yo la que tenía que cambiar. Quizá nunca sea la mejor opción mirar a alguien tan torpe como yo, una estúpida que ingenuamente ha hecho tantas cosas por verle feliz, cosas que quizá no logró distinguir entre su nube de ego. Porque si, puedo describirme ahora como una estúpida, y no solo lo digo yo. Lo escuche muchísimas veces de su boca. Esa maldita boca que me hizo volver mil veces con la esperanza de encontrar sinceridad. Si, quizá no fue la mejor elección; lo se, pero, que más da, aún le amo y me duele tanto saber que siempre se ha querido ir. Puedo llegar a la conclusión de que quizá no. Él no merece a una chica así, un poco torpe y terca con muchas ganas de amar, con sueños